¿Qué es el tacto?

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¿Qué es el tacto?

El sentido del tacto es fundamental en nuestra experiencia sensorial y nos permite interactuar con el mundo que nos rodea de una manera única. A través del tacto, podemos percibir las formas, consistencias y texturas de los objetos cuando entramos en contacto con ellos. Además, el tacto nos permite expresar afecto y seguridad hacia otras personas, siendo un medio de comunicación no verbal muy poderoso.

Como ya sabemos, al tocar las diferentes cosas que nos rodean, percibimos distintas superficies, dependiendo del material de lo que hayamos tocado, pudiendo ser suave, duro, rasposo, entre otras más. Además, el tacto nos permite percibir emociones o sentimientos, al tocar a otras personas, podemos percibir si esta personas están contentas, tristes, enojados, o si sienten afecto o no por nosotros. Estas diferentes sensaciones las podemos percibir y distinguir gracias a nuestro sentido del tacto, como veremos a detalle a continuación.





El órgano del tacto.

La piel, es el órgano del tacto ya que, envuelve todo nuestro cuerpo y está compuesta por varias capas. La capa externa o superficial se llama epidermis, mientras que la capa profunda se conoce como dermis. Estas capas descansan sobre el tejido subcutáneo, que es rico en grasa. La epidermis está formada por capas de células que se renuevan constantemente, mientras que la dermis es una capa gruesa de tejido conectivo que contiene folículos pilosos, glándulas sudoríparas y glándulas sebáceas, así como colágeno y otras fibras elásticas.

El tacto es un sentido mecánico, es decir que depende de un contacto físico directo para funcionar, además tiene como característica, estar presente en todo nuestro cuerpo, lo que lo hace nuestro más extenso sentido.

Dentro de la piel, encontramos diferentes tipos de receptores que nos permiten percibir las sensaciones táctiles. Algunos de estos receptores incluyen el corpúsculo de Meissner, los discos de Merkel, el corpúsculo de Pacini, el corpúsculo de Ruffini y las terminaciones nerviosas libres. Cada uno de estos receptores tiene características particulares y responde a estímulos específicos.

El corpúsculo de Meissner se encuentra en la epidermis y reacciona a estímulos táctiles, presión y contacto muy leves. Los discos de Merkel son mecanorreceptores de adaptación lenta que reaccionan a la deformación de la piel. El corpúsculo de Pacini, por otro lado, es un mecanorreceptor de adaptación muy rápida que responde específicamente a las vibraciones. El corpúsculo de Ruffini, a su vez, es un receptor térmico de calor que se encuentra en la dermis de la piel con pelo. Finalmente, las terminaciones nerviosas libres son responsables de la sensibilidad a estímulos mecánicos, térmicos y dolorosos.



El funcionamiento del sentido del tacto se basa en la recepción de estímulos táctiles por parte de estos receptores en la piel. Estos receptores transforman los estímulos en señales eléctricas internas o impulsos nerviosos, que viajan a través de los nervios sensoriales periféricos hasta la médula espinal. Desde la médula espinal, los impulsos nerviosos continúan su camino hasta los centros cerebrales, donde se procesa la información y se determina el tipo de sensación que experimentamos. Es importante destacar que las lesiones en la médula espinal pueden afectar la transmisión de las sensaciones táctiles, causando una pérdida parcial o total de la capacidad de sentir el tacto en áreas específicas del cuerpo.

La importancia del sentido del tacto va más allá de simplemente tocar y reconocer objetos. La estimulación táctil temprana en los bebés se ha relacionado con su supervivencia y desarrollo. Los bebés que son acariciados y tienen contacto humano regularmente tienden a tener menos enfermedades y una mejor conducta en comparación con aquellos que son privados del contacto afectivo. Esto demuestra la necesidad básica de contacto físico y afecto para el desarrollo saludable de los seres humanos.

El sentido del tacto nos permite conocer y reconocer de manera física el mundo que nos rodea, esto es, tocar y percibir a las personas que queremos, así como las cosas o entorno físico en el que nos desenvolvemos, nos permite sentir el afecto, las superficies, las temperaturas de las cosas y tantas cosas más con las que realmente logramos conocer y reconocer el mundo en que vivimos.

Un ejemplo notable de la importancia del sentido del tacto es el sistema de lectura Braille. Este sistema de escritura en relieve fue desarrollado para permitir que las personas con deficiencias visuales puedan experimentar la lectura a través del tacto. Consiste en un conjunto de puntos en relieve que representan caracteres y que pueden ser decodificados con la punta de los dedos. El Braille ha abierto nuevas oportunidades educativas y de comunicación para las personas con discapacidades visuales, demostrando el poder del tacto en la adquisición de conocimientos y la interacción con el mundo.


Otra acepción de tacto.

No debemos olvidar que la palabra tacto, suele tener una acepción distinta a la que nos indica que es uno de nuestros sentidos. Esta acepción lo reconoce más bien como ser selectivo y cauto con las palabras y actitudes que se deben utilizar en ciertas situaciones sociales delicadas. Es decir, cuando hablamos o nos comportamos 'con tacto', quiere decir que nos comportamos de una manera cauta, cuidadosa y mesurada en ciertas situaciones que lo requieren.

Como ejemplo de lo anterior podemos mencionar la siguiente frase: 'Karla le habló con mucho tacto a su mamá, para decir que se iba a divorciar, para no preocuparla'. Esto quiere decir que Karla le dio una noticia difícil a su madre, hablándole y comportándose con mucho cuidado y mesura.


Entonces podemos resumir que, el sentido del tacto es esencial en nuestra vida diaria. Nos permite explorar y comprender el mundo físico, comunicarnos emocionalmente con los demás y experimentar el placer y la seguridad de las caricias. La piel, nuestro órgano táctil, está compuesta por diferentes capas y alberga receptores especializados que nos permiten percibir una amplia gama de sensaciones táctiles. A través de la interacción entre estos receptores, el sistema nervioso y el cerebro, podemos disfrutar y aprovechar al máximo el sentido del tacto en nuestras vidas.




Características del tacto.

  • Extensión: El tacto es el sentido más extenso, ya que se encuentra presente en toda la superficie de la piel, abarcando cada parte del cuerpo.

  • Desarrollo temprano: El sentido del tacto se desarrolla en etapas muy tempranas de la vida, incluso antes que los otros sentidos. Desde el período embrionario, el tacto comienza a ser funcional y desempeña un papel crucial en la interacción y el desarrollo del individuo.

  • Sensibilidad a las texturas y consistencias: El tacto nos permite percibir las diferentes texturas y consistencias de los objetos. Podemos sentir la suavidad de una pluma, la rugosidad de una superficie áspera o la firmeza de un objeto sólido, gracias a las terminaciones nerviosas presentes en la piel.

  • Comunicación no verbal: A través del tacto, expresamos afecto, seguridad y emociones hacia otras personas. Los abrazos, caricias y apretones de manos son formas de comunicación no verbal que transmiten mensajes de cariño, apoyo o cercanía emocional.

  • Sentido mecánico: El tacto es un sentido mecánico, lo que significa que depende del contacto directo con la piel y la respuesta a la presión, vibración y movimientos físicos. Las terminaciones nerviosas en la piel captan estos estímulos mecánicos y los transforman en señales que el cerebro interpreta como sensaciones táctiles.



¿Qué es el tacto?

El sentido del tacto nos permite percibir físicamente nuestro entorno.

5 ejemplos de tacto.

  • Sentir la textura de una superficie: Al tocar una pared, una mesa de madera o una superficie de metal, podemos percibir y distinguir las diferentes texturas, como la suavidad, la rugosidad o la lisura.

  • Apretar una mano: Al dar un apretón de manos a alguien, podemos establecer una conexión física y transmitir confianza o saludo. El contacto de las manos permite captar sutiles sensaciones, como la firmeza del apretón o la calidez de la otra persona.

  • Percibir la temperatura: Al tocar una taza de café caliente o sumergir las manos en agua fría, el tacto nos permite sentir la temperatura y distinguir entre el calor y el frío.

  • Experimentar la presión: Al presionar una bola de goma o apretar un objeto en la mano, podemos percibir la sensación de presión, lo que nos brinda información sobre la consistencia y la resistencia del objeto.

  • Tacto en su acepción de cuidado: El maestro le explicó a su alumno, con mucho tacto, que iba a reprobar el año.



Para finalizar, basta recapitular que, el sentido del tacto es fundamental en nuestra experiencia sensorial y nos permite interactuar con el mundo que nos rodea de una manera única. A través del tacto, podemos percibir las formas, consistencias y texturas de los objetos cuando entramos en contacto con ellos. Además, el tacto nos permite expresar afecto y seguridad hacia otras personas, siendo un medio de comunicación no verbal muy poderoso.

¿Qué es el tacto?

Un ejemplo sencillo de tacto, es un apretón de manos.


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